Inclusión en la empresa: un paso adelante
Desde la entrada en vigencia de la Ley de Inclusión Laboral, sólo un 33% de las empresas han cumplido con la normativa. En un ámbito en el que como país estamos en deuda, la existencia de apoyos naturales dentro de las empresas y la promulgación de una nueva ley podrían marcar la diferencia para lograr una inclusión efectiva.
Valentina Essus G.
Cuando Ricardo Rodríguez (38) vio entrar a su lugar de trabajo en la Clínica Universidad de los Andes a los nuevos empleados con discapacidad cognitiva no pudo evitar recordar cuando una experiencia similar se realizó en un mall del sector alto de Santiago. “En mi antiguo trabajo observé algo que como persona no me gustó. Había trabajadores con síndrome de down y con problemas de audición. No me gustó porque se les dejó con personas en distintas áreas y a la larga nadie se dio el tiempo de convivir con ellos. Todos quedaron escondidos en el área de bodega”, comenta mientras continúa realizando sus labores y recibiendo público. Por eso no dudó en aceptar que su espacio de trabajo participara en el programa de inclusión laboral “Confuturo” que la clínica decidió implementar junto a la Fundación ConTrabajo.
En sus seis años trabajando en el centro de salud, cumpliendo labores en la Oficina de Partes como estafeta, realizando trámites para la clínica y encargándose de las necesidades urgentes que puedan surgir en el día a día, jamás pensó que se transformaría en lo que hoy llaman un “apoyo natural”: alguien que de forma innata tiene una conexión con el trabajador con discapacidad, que lo orienta en sus labores, responde dudas y lo integra a los equipos. Pero en marzo de este año su vida laboral dio un giro cuando conoció a Agustín Mies (23) un joven con discapacidad cognitiva que fue uno de los nueve participantes de este programa y con el que hoy trabaja a diario recibiendo y organizando facturas de diferentes proveedores.
La rutina de Ricardo y Agustín ya está tan practicada que parece una perfecta coreografía. Saludo amistoso, recibe un documento, se lo pasa a su compañero, timbre, recibo conforme, se devuelve, se guarda la copia, se ingresan los datos y así sucesivamente. Se ríen, conversan de anécdotas que han vivido y buscan juntos la que se puede contar.
-¿Te acuerdas de la prótesis y el bluetooth? -pregunta Agustín Mies.
-Jajaja. Me acuerdo… Agustín tiene una prótesis en el oído derecho para escuchar bien. A veces se la saca durante el día y no me escucha nada. Yo siempre le digo que es porque se aburrió de mí- cuenta Ricardo Rodríguez mientras su compañero cae tentado en la risa.
“Yo acepté inmediatamente que esta área participara del proyecto. Para mí la inclusión de personas con discapacidad debía hacerse bien”, recalca Rodríguez. La historia de inclusión de Agustín parece ser una en un millón.
LA LEY QUE NO BASTÓ
El año 2018 comenzó a regir la Ley 21.015 de Inclusión Laboral en nuestro país. En ella se obliga a las empresas y organizaciones del Estado que tengan más de 100 trabajadores a que el 1% de su planta sean personas con alguna discapacidad. Pero a más de dos años de su entrada en vigencia, las cifras de incumplimiento son extremadamente altas. Según un estudio de la Fundación Contrabajo a junio de este año sólo existía un 33% de cumplimiento de la ley, lo que implica que casi 40 mil personas con discapacidad aún no se han incorporado al mercado laboral. “Es verdad que llevamos un bajo cumplimiento de la Ley de Inclusión Laboral, pero si no hubiésemos tenido la ley estaríamos esperando el sueño de los justos para poder ver incorporación de personas con discapacidad en el mundo de las empresas”, afirma María José López, directora ejecutiva de la fundación.
Para darle respuesta a esta brecha de educación que tienen hoy en día las personas con discapacidad en nuestro país, la Fundación ConTrabajo se inspiró en el programa de inclusión estadounidense “Project Search” y lanzó su propia versión llamada “ConFuturo”. Fue este proyecto el que se aplicó en nuestro país y el que le dio la oportunidad a Agustín Mies, y otros ochos jóvenes con discapacidades cognitivas y de desarrollo, de participar de las pasantías dentro de la Clínica U. Andes y, finalmente, ser contratado por el establecimiento.
A medida que pasa el tiempo, Ricardo y Agustín han ido ideando un sistema de trabajo con el que ambos se sienten cómodos y que se adecúa a sus necesidades. Cada vez que Ricardo sale de la oficina a entregar documentos a otras áreas de la clínica avisa a la central de monitoreo que Agustín quedará solo y les pide que activen la cámara que apunta a su mesón. Por su parte, Agustín sabe que si no puede atender los problemas de alguna persona que llegue a la oficina de partes, debe marcar en su teléfono el número 3184 para que alguien venga a orientarlo.
“Yo voy más allá con el Agustín. Para mí no es sólo un número para cumplir con la ley, yo quiero enseñarle cómo funciona el mundo laboral y prepararlo para cualquier otro trabajo que pueda tener en el futuro”, dice Ricardo Rodríguez, el ‘apoyo natural’ de Agustín.
LEY UNDURRAGA: UN PASO MÁS A LA INCLUSIÓN EFECTIVA
Pero lograr la verdadera inclusión de personas con discapacidad en las diferentes compañías, no solo debiera depender de la existencia y buena voluntad de estos “apoyos naturales”. Una parte importante de la dificultad que tienen las personas con discapacidad para insertarse exitosamente en un ambiente laboral es la falta de una educación inclusiva en Chile, pero también es la falta de ambientes internos al interior de las organizaciones que promuevan la integración. Eso es lo que busca la Ley Undurraga, llamada así porque fue presentada por el diputado Evópoli, Francisco Undurraga.
Se trata de una norma que complementa la Ley de Inclusión 21.015 y que obligará a las firmas con más de 100 trabajadores a contar con una persona con conocimientos específicos en materia de inclusión laboral en el área de recursos humanos. De esta manera, se busca promover políticas internas que favorezcan la inserción de personas con discapacidad en las empresas.
Esta ley podría beneficiar a cerca 2.600.000 personas adultas con discapacidad que están en edad de trabajar y permitir el desarrollo de una integración realmente efectiva al mercado laboral.
La historia de inclusión laboral de Agustín podría comenzar a repetirse cada vez más en diferentes empresas.