Tiberio Malaiu, creador de Collecting Dust:
El joven que conectó a estudiantes en pandemia
Emilia Puig
Si bien sus papás son argentinos y él comparte el mismo acento, Tiberio Malaiu nació y ha vivido siempre en Chile. Cuenta que cuando el encierro por la pandemia estaba en su punto más agudo, un día este joven de 18 años dejó fluir su curiosidad y dio inicio a una pasión que se ha convertido en un aporte para acortar la brecha educacional que ha dejado el Covid-19 en los alumnos de las escuelas más vulnerables. Ahí nació Collecting Dust.
En diciembre de 2021 Tiberio salió de cuarto medio y, a diferencia de la mayoría de sus compañeros, en marzo no entró a la universidad, sino que está a dos meses de empezar sus estudios de programación en Stanford, California. Pero lo más llamativo de este joven es que un día, mientras estaba en cuarentena en su pieza, conectó su ingenio con su capacidad tecnológica e interés por el medio ambiente.
De acuerdo a su relato, la historia empezó así. “Mi mamá me enseñó que la ayuda social no es solo ir y entregar material y un apoyo económico, sino dar el tiempo y esfuerzo de uno, porque así uno se posiciona en los zapatos del otro”. Tiberio explica que dar el tiempo y esfuerzo propio significa mucho más “porque entregas algo muy valioso de ti”, y agrega que esta ayuda permite crear un vínculo con las otras personas “y eso es una ayuda real”.
Por otro lado estaba su interés por el cuidado del medio ambiente. “Siempre estuve muy alerta de los problemas del medio ambiente y de la cantidad de basura que generamos. Desde niño ví que teníamos un problema enorme con los vertederos”.
Todo esto le hizo sentido definitivamente a este adolescente cuando en octubre de 2020 su colegio impulsó una serie de tutorías en colegios vulnerables para apoyar a los alumnos que se habían visto imposibilitados de continuar sus estudios con regularidad. “La pandemia reflejó que habían muchos niños que no tenían la debida conectividad ni la tecnología necesaria para conectarse y ponerse al día con sus estudios y tareas”, asegura.
Collecting Dust
Fue en este contexto que Tiberio Malaiu entendió que a nivel nacional faltaba tecnología para combatir la brecha educacional que estaba provocando la pandemia. Sin embargo esta fue una inquietud que quedó en suspenso algunos meses, ya que el despertar de la curiosidad de este joven derivó en una iniciativa que funciona a nivel nacional, tres meses después, y que fomentaría el reciclaje, un ítem que para él es fundamental.
En enero de 2021, en plena cuarentena, a Tiberio le surgió una curiosidad: mirando su celular se preguntó ¿cómo funciona un smartphone? Así es que se puso a desarmar celulares viejos. “Siempre recuerdo esto. Ya había desarmado algunos celulares así que fui donde mi mamá que tenía la pantalla de su celular quebrada y le dije que me lo pasara, que yo ya sabía cómo repararla. La cosa es que destruí el celular y lo dejé peor de lo que estaba” (se ríe).
A través de prueba y error, aprendió el funcionamiento de los celulares, sus piezas, y los cuidados para reemplazar y arreglar el mal funcionamiento, y entonces se preguntó “¿Qué pasa si con este nuevo conocimiento mejoro la conectividad?”. Tiberio cuenta que con un flyer que divulgó por redes sociales, empezó Collecting Dust, una iniciativa que recibe celulares donados, y que actualmente tiene un equipo de 12 personas entre los 12 y 21 años.
Este emprendedor explica que el volumen de donaciones fue tal, que primero tuvo que sumar a su hermano Máximo, aunque no fue suficiente. “El flyer que empezó a circular por WhatsApp, consiguió voluntarios que trabajan en su tiempo libre, incluyendo sábados y domingos, cada uno desde su casa”, explica. Los Malaiu empezaron a enseñarle a los voluntarios cómo arreglar los celulares en su casa y usando una mesa roja que se convirtió en un ícono de este proyecto. Amigos, amigos de amigos y familiares se sumaron. “Imagínate que tengo como voluntario a un chico que está en séptimo básico, o sea cualquiera puede”, dice Tiberio.
Hasta la fecha el equipo de Collecting Dust ha reparado 142 celulares, y han recibido más de 750 donaciones. Con orgullo, Tiberio dice, “Hemos donado celulares reacondicionados a 13 escuelas ubicadas en las regiones Metropolitana, de Atacama y la Araucanía”, y aclara que para entregar un celular que ya no funciona, hay que escribirles a su cuenta de Instagram, donde el Community Manager -quien también trabaja de manera voluntaria- contesta los mensajes y organiza las entregas. Respecto a esto último, la heladería Moritz Eis se convirtió en el centro de acopio de los smartphones, con puntos en Vitacura y Maitencillo.
Para el futuro próximo, Tiberio tiene grandes planes, pues en septiembre inicia sus estudios de programación en Stanford, EE.UU., por lo que se encuentra buscando alguien que lo releve. Sabe que no es una tarea fácil, porque tal como explica, “es un proyecto 100% social”, o sea que quien se convierta en el líder de Collecting Dust no recibirá ingresos. Y asegura “la pasión del proyecto la tiene que traer alguien que realmente quiera dedicar mucho tiempo”.
Sin embargo, este reparador de celulares encontró una gran solución que de momento ha funcionado muy bien. Junto a su equipo están traspasando sus conocimientos a los alumnos que ya han recibido algunos de los celulares, para que arreglen los aparatos ellos mismos. “La idea ahora es entregar conocimientos para reparar sus equipos, para que tengan habilidades”, termina este brillante emprendedor adolescente.